EL BICENTENARIO, EL FUTURO
El bicentenario de la Nación Argentina constituye una oportunidad irrepetible para las generaciones vivas. El 25 de Mayo de 2010 abrió una puerta de reflexión y crecimiento que irá cruzando jalones hasta el 9 de julio de 2016. Más que la antorcha de una celebración, o un punto acotado en el tiempo, el bicentenario puede pensarse como un punto de partida para la construcción de significados y valores trascendentes que generen coincidencia de pensamiento y espíritu más allá de cualquier sectarismo.
El bicentenario inspira construcción de coincidencias como punto de partida para un futuro mejor para nuestros hijos, para las generaciones venideras. Es la ocasión de revisar la historia en busca de las joyas de nuestra herencia cultural. El origen de la cultura es una base sólida para construir nuevas ideas hacia un futuro mejor.
El bicentenario inspiró a un grupo de hombres y mujeres para llevar adelante la construcción de un velero que sirva como medio para la búsqueda de coincidencias y la construcción y promoción de valores trascendentes como una contribución a la sociedad. Este aporte pretende ayudar a construir un país mejor.
El futuro está en los jóvenes. Su futuro depende de ellos. La calidad y trascendencia de sus vidas depende de los valores que se siembren en la tierra fértil de sus espíritus. Sembrar espíritus tiene un nombre: educar. La inclusión es el gran desafío de la humanidad porque no se puede crecer sin dar una mano al prójimo. La responsabilidad social es el brazo necesario de esa mano. La identidad es la cara trascendente de la persona. El ADN de las personas lleva un sello que potencia y condiciona: la cultura.
EL MAR: ADN OCULTO Y PODEROSO
Por Herencia Marítima de un país, una ciudad, un pueblo, se entiende el ámbito de la cultura que se vincula al mar. Son datos, información, experiencia, íconos, símbolos que justifican y representan esa relación. El mar es el ámbito físico compartido más antiguo de la historia del hombre y las naciones. El mar es, fue y será vínculo y vector de interacción y crecimiento.
La herencia marítima es una de las fuentes olvidadas de la cultura argentina, tradicionalmente de espaldas al mar. El mar fue el vehículo por el cual llegaron las circunstancias relevantes de la historia. Del mar venimos y nos fundimos con la tierra nueva. Los ríos, como venas, llevaron y trajeron los primeros latidos de la nueva nación. Mar lejano y tierra vernácula fueron el crisol de razas que hoy puebla el país. El mar es ámbito de existencia, vínculo entre pueblos y vehículo de la cultura.
La guerra de la independencia tuvo una dimensión marítima que se apoyó en Buenos Aires. Tanto es así que fue objeto de un bloqueo y la respuesta fue la campaña del Almirante Brown que rompió ese bloqueo el 17 de mayo de 1814. El bravo Bouchard llevó en su crucero alrededor del mundo la bandera argentina para ser reconocida. Y el mar siguió ejerciendo su rol decisivo a lo largo de toda la historia. Hasta nuestros días.
La inmigración de finales del siglo XIX tuvo en Buenos Aires su puerta de entrada. Buenos Aires fue el primer puerto y la primera puerta de la Argentina. Otros puertos y puertas se sumaron a lo largo del litoral marítimo y fluvial argentino. Ese proceso hizo de los puertos la fuente de una veta multicolor que hoy tiñe el ADN de cada argentino.
Poner en valor la herencia marítima es dar valor a cada hombre abarcado por ella agregándole hechos, historias, aventuras, de los cuales pueda sentirse parte y consecuencia. Es fortalecer el orgullo de la pertenencia con el lustre épico de la historia. Un pueblo que identifica valores de su herencia, los agrega a su esencia, imagen e identidad.
Este proceso de agregación a través de la herencia marítima ha sido identificado, desarrollado y transformado en acción, por las ciudades más orgullosas y culturalmente activas del mundo, entre otros aspectos en la concreción de proyectos vinculados a buques que representan o proyectan esos valores.
El mar tuvo y tendrá un rol decisivo en el proceso de la comunicación y relación con nuestros hermanos americanos y de todo el mundo. No se identifican procesos históricos nacionales o latinoamericanos trascendentes, en los cuales el mar, o los grandes ríos, hayan estado ausentes.
El mar es una fuente de potencialidad formidable desde el punto de vista de sus recursos vivos y minerales. Existen, sin embargo, razones culturales que se remontan a la historia que explican porque el país no ha sido consciente del cuantioso capital marítimo del cual somos poseedores. El mar es la llave del futuro.
LA INSPIRACIÓN: UN VELERO
Para la Fundación Escuela Goleta del Bicentenario, el bicentenario es un derrotero y no un mero punto en una carta. Desde tiempos ancestrales, una singladura es un período de tiempo en navegación. Significa un progreso hacia un destino, un impulso hacia donde se quiere ir. El viento del bicentenario llena hoy las velas de la inspiración. El vehículo para navegar el mar de los valores, es un velero.
En un velero, el rigor del mar o de los ríos permite comprender la verdadera dimensión del hombre frente a los obstáculos, desafíos y oportunidades que la vida presenta. Existen más de 70 veleros en el mundo que llevan a la práctica estos conceptos. Saltan de puerto en puerto con jóvenes que cumplen un período curricular de sus escuelas secundarias o universidades a bordo.
Un velero propone una fuerte experiencia sensorial, intelectual y emotiva. La navegación a vela ha sido reconocida como una fuente de formación del carácter. El mar presenta desafíos severos que al ser enfrentados hacen crecer a las personas. Estudios recientes expanden los alcances de dicha dinámica al fortalecimiento de la autoestima, la capacidad de trabajo en equipo, la habilidad comunicacional y la conciencia del liderazgo responsable como único medio para alcanzar objetivos compartidos.
La Fundación Escuela Goleta del Bicentenario construye la "Escuela Goleta Santa María de los Buenos Ayres" como el medio idóneo para el fin propuesto.