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Santa María de los Buenos Ayres, la heredera de legendarias hazañas

Charla del Dr. Jorge Bergallo
Santa María de los Buenos Ayres, la heredera de aquellas legendarias hazañas
 
De gran interés resultó la exposición realizada por el doctor Jorge Bergallo, el miércoles 15 de mayo, sobre “La integración de la Patagonia vía marítima y el mantenimiento de la paz con Chile en el siglo XIX”.
Esta charla fue realizada en el marco de la difusión de la cultura marítima de nuestro país, de sus actores y del patrimonio histórico del Puerto de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,  y tuvo lugar en el Auditorio de la Escuela de Ciencias del Mar.
Dada la repercusión del tema, le solicitamos al doctor Bergallo, una pequeña síntesis de lo expuesto y para finalizar, una opinión acerca de la importancia en el futuro, de la Escuela Goleta Santa María de los Buenos Ayres, a la que definió como la “heredera de aquellas legendarias hazañas” 
Doctor, Jorge Bergallo

Argentina comienza a volcarse hacia el mar
 
A partir de 1873 la República Argentina comienza a volcarse hacia el mar, o más específicamente hacia las costas patagónicas
El Presidente Sarmiento había promulgado la ley que permitía comprar la primera escuadra “de hierro y vapor”, cuyas unidades comenzarían a arribar a Buenos Aires en 1874.
En 1867 el Congreso había aprobado la ley presentada por el entonces Presidente de la Nación Gral. Bartolomé Mitre que disponía el traslado de la frontera con el indio hasta la margen norte del río Negro. Ley que no se pudo concretar porque, lamentablemente, los conflictos internos perduraban, distraían el destino de los recursos militares y económicos hacia otros destinos.

Presencia del Estado en las costas patagónicas
 
Si bien la paz interior no se había alcanzado aún en 1873, en esa época comenzó a tomar forma la concepción estratégica que perduraría hasta 1892 y que mostraba la decisión nacional de originar y mantener la presencia del Estado en las costas patagónicas.
A partir de esos momentos unidades de la Armada comenzaron a recorrer esos espacios marítimos, que nos pertenecían por derecho pero no en los hechos. Recordemos que además Chile pretendía la posesión de toda la extensión territorial a partir del río Negro en un principio y del Santa Cruz a partir de aproximadamente 1875.

Auditorio, en la Escuela de Ciencias del Mar

Los vaporcitos
 
La presencia de los legendarios “vaporcitos”, que desde Carmen de Patagones, navegaban aguas arriba fue permanente hasta comienzos del siglo XX. Cuando el general Roca, como culminación de su Campaña al Desierto, llegó a la isla Choele Choel el 25 de mayo de 1879, ya era esperado allí por la tripulación del vapor Triunfo, que bajo el comando del teniente coronel de Marina Martín Guerrico había navegado desde aquel puerto.Las actuales localidades de General Conesa, Junín de los Andes, Gral. Roca o Cipolletti, todas ubicadas en la provincia de Río Negro y siendo originalmente fortines, fueron fundadas por contingentes militares y civiles que fueron transportados en estos nobles barquitos.

Primer asentamiento naval en Santa Cruz
 
En 1873 se estableció el primer asentamiento naval en Santa Cruz. Era una sencilla casilla en la que quedó apostada una guardia. Llegaron a bordo de la goleta Chubut, cuyo segundo comandante era el subteniente Valentín Feilberg y que con seis hombres más remontó el río hasta el Lago Argentino en una expedición que debería ser más conocida y recordada.
Para la misma época esos enormes espacios marítimos, con un permanente mar embravecido, otras unidades de la Armada recorrían y hacían soberanía en el lugar.
Por supuesto que desde algunos lustros antes Argentina contaba con la presencia invalorable de Luis Piedra Buena en la isla Pavón. El reconocimiento de su grado militar, aunque no tuviera sueldo, y la posterior entrega de varias leguas cuadradas en esa zona y de toda la Isla de los Estados representaron otro excelente y claro acto de soberanía.Las instalaciones de las Subdelegaciones de Marina en Santa Cruz, Deseado y Gallegos, las operaciones contra quienes pescaban en aguas argentinas sin permiso y el establecimiento de líneas marítimas al sur constituyen hitos en el cumplimiento de la misión de consolidar el ejercicio del poder estatal sobre espacios, terrestres y marítimos, de incuestionable pertenencia argentina.

Jorge San Martino, vice presidente de la FEGB, presenta al Dr. Bergallo

Hombres especiales, barcos especiales
 
Pese a que ya se incorporaban las unidades con cascos de hierro y propulsados a vapor, y que las nuevas tecnologías en propulsión, armamentos y navegación iban ganando espacios en todas las marinas, la realidad nos muestra que el esfuerzo y el éxito de la incorporación de la Patagonia a la República Argentina fue obra de hombres muy especiales que tripulaban barcos muy especiales. Pequeños barcos a vela, más precisamente goletas y  cúters.
Fue en esas peculiares unidades navales que se forjaron los hombres que condujeron posteriormente la Armada con todo éxito o que sin alcanzar elevadas jerarquías constituyen ejemplos de vida.
¿Ese tipo de barco tiene entonces alguna cualidad que los distingue de otros? Refiriéndonos solamente al aspecto de la vinculación hombre-buque podemos afirmar enfáticamente que sí poseen una gran ventaja respecto de otros de mayor envergadura.
Por sus características de construcción ponen a todos los tripulantes en verdadero contacto con el mar. Como decía un joven oficial de nuestra Armada, que se desempeñara como Jefe de Cubierta de la Fragata ARA Libertad, refiriéndose a los veleros como buques escuela: En ellos el mar está a nuestro lado, abajo o encima, y nos moja, en un contacto que es todo un espaldarazo; en ellos la lucha contra los elementos es más ruda y directa y hace más fuerte y paciente al marino.

Fortaleza moral, determinación y coraje
 
En un velero que navegue en estas condiciones se forman, aun sin que nadie se lo proponga, tripulantes con gran fortaleza moral, elevado nivel de determinación, coraje para enfrentar situaciones totalmente adversas, trabajo en equipo, sentido de pertenencia, previsión y capacidad para exteriorizar alegría, satisfacción y orgullo al superar metas que parecían infranqueables.
Con esos pequeños y nobles buques la Argentina logró incorporar un enorme espacio territorial, manteniendo la paz y sin exhibición armamentos poderosos. Solamente con hombres especiales y embarcaciones especiales.


La heredera de aquellas hazañas legendarias es la Goleta Santa María
 
La heredera de aquellas legendarias hazañas es la Goleta Santa María de los Buenos Ayres. La historia es fuente de sabiduría, y ella nos permite afirmarlo.
Ya no con la misión de contribuir a ejercer el Poder Naval sino en el campo de la formación y educación de la juventud. Es decir, no con el ahora sino con el futuro. 
Y si se nos permite presentar una alegoría, podemos afirmar que los tripulantes de la Santa María de los Buenos Ayres ya están trabajando duro, cazando paño, luchando contra tormentas y nubes negras, disfrutando de circunstanciales días relucientes, a veces sufriendo las calmas chichas que les impiden avanzar con fuerza. Ya venían modelados pero desde 2008 tienen más templado el espíritu.
La Goleta del Bicentenario y sus actuales tripulantes, identificados como Fundación, ya navegan, ya son parte de la historia junto con la Chubut, la Santa Cruz y tantos otros. Navegan esperando ver a su bordo a los jóvenes argentinos cuya formación integral tendrá la misma importancia histórica y trascendencia a futuro que tuvo, en su momento y en otro sentido, la integración de la Patagonia y el mantenimiento de la paz con Chile.
 

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