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Carlos Manuel López, voluntario

 

Carlos Manuel López, voluntario

 

Testimonio Entusiasta y Motivador

 


"Cada nueva soldadura me renueva la confianza en un grupo de gente que tiene claro su objetivo y cada día imagino con más claridad a los chicos navegando, contando orgullosos historias de su terruño, contando a su regreso la aventura compartida", dice entusiasmado Carlos López.

 


Este ingeniero industrial de 58 años, recibido en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires, se confiesa un entusiasta de la navegación a vela y de la navegación por Internet. Así fue como encontró la página de la Escuela Goleta. "En cuanto la leí quedé maravillado por la apuesta al futuro totalmente innovadora en esta época tan falta de proyectos… por la apuesta por las nuevas generaciones… por la apuesta a una Argentina Grande. Me imaginaba la experiencia inolvidable de los chicos navegando, pensaba que me hubiera encantado hacerlo de chico, me imaginaba navegando en la Goleta!", manifiesta Carlos.

Su familia es de tradición naval, con dos miembros pertenecientes a la Armada Argentina: su padre, el contralmirante (RE) Carlos López, y su hermano, el teniente de navío (RE) Gonzalo López, ambos submarinistas.

Su espíritu marinero lo llevó a la navegación a vela como una pasión. Recién a los 30 años concretó su sueño de navegante, cuando adquirió la mitad de un barco de madera que tenía su hermano con un amigo y que llevaba el original nombre de "Brisa del Mar". Carlos cuenta que en ese velero tuvo la oportunidad de mejorar el aparejo, modificar la popa, el timón, la maniobra, comprar velas nuevas y calafatearlo varias veces, logrando que cada día navegara mejor. En esa época compró muchos libros sobre veleros, navegación, aero /hidrodinámica de la navegación, reparaciones, navegación con mal tiempo, meteorología, seguridad, primeros auxilios a bordo, cocina a bordo, supervivencia en alta mar, entre otros temas. "Siempre los libros salieron mucho más baratos que los barcos –ríe--. Desde entonces mi pasión ha continuado y si bien en estos momentos no tengo barco, navego con los del Yacht Club San Isidro, con los barcos de amigos que me invitan y sigo adelante con el proyecto de volver a tener mi propio velero."

¿Qué fue lo que más le llamó la atención de la propuesta de la Fundación?
Que un grupo de argentinos volviera a pensar en las nuevas generaciones de nuestro país, que les pueden dejar algo para que crezcan y se desarrollen fuertes y con autonomía, para que los jóvenes vuelvan a pensar en proyectos de gran vuelo.

¿Qué siente como voluntario?
Me siento muy bien, orgulloso de poder colaborar con un proyecto tan importante. Creo que todos los argentinos en los distintos ámbitos debemos, de a poco, poder cambiar la queja por una mayor participación contribuyendo en la medida de nuestras posibilidades a mejorar nuestro país. Tengo dos hijos adolescentes y me gustaría que puedan vivir en un país que los contenga, que les de la posibilidad de desarrollar sus proyectos, un país en el cual todos colaboremos.

Carlos se ha convertido en una fuente de empuje y motivación para todo el equipo de trabajo. Su incesante búsqueda de oportunidades se hace contagiosa. Actualmente trabaja con ahínco en la presentación del proyecto a diversas empresas de las cuales ya ha obtenido resultados y compromisos prometedores. Asimismo, lleva adelante la investigación y desarrollo necesarios para diversos programas vinculados al desarrollo de fondos. Su background como Ingeniero Naval se manifiesta en el método y eficacia de su acción.

En el Complejo Industrial Naval Argentino (CINAR), frente al casco de la embarcación, Carlos comenta que "al ver el avance en la construcción de la Escuela Goleta veo que, pese a las dificultades que puedan existir, es posible mantener el objetivo, concretarlo, venciendo esa sensación que a veces tenemos los argentinos de desilusionarnos y dejar los proyectos a mitad de camino".

La riqueza de las palabras de Carlos es una fuerte motivación para unirse al proyecto.

"Imagino la navegación en la Goleta como una gran aventura en la cual todos podamos aprender uno del otro”

“Imagino una aventura en la cual todos podamos cumplir orgullosos con nuestro rol asignado, sabiendo que entre todos, con alegría y responsabilidad y con la ayuda de buenos vientos somos capaces de llegar a nuevos puertos si nos lo proponemos".

“Imagino solidaridad, compromiso, espíritu de superación, autoafirmación, respeto por los demás y por uno mismo, humildad para escuchar y aprender, desafío, crecimiento… imagino una experiencia inolvidable que dejará en las almas de quienes la naveguen esa marca contagiosa de sentir que entre todos podemos…"

Sus ojos se iluminan al ver las formas ya atractivas del casco de la Goleta. Parece que los sueños que alimentan su pasión tienen nuevos horizontes…


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