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TODOS PARA UNO, UNO PARA TODOS

No todos tenemos las mismas oportunidades, ni podemos decir dónde y cuándo nacer, pero a veces la vida nos sorprende, nos atesora.

Viernes 25 de octubre, un día hermoso, soleado y despejado con una brisa que nos susurra la cara. El río esta calmo, ideal para los que se inician en un velero.

Son las 8 de la mañana y ya están los primeros invitados, bien puntuales. Un grupo integrado por 3 chicos es acompañado por 2 mayores (sus tutores). Recién llegados de la cuidad de La Plata, Buenos Aires, nos cuentan que se levantaron a las 5 para estar temprano, recorrieron un poco la ciudad y ya están listos para vivir la experiencia.
Rosa, Matias y Ezequiel, vienen del Hogar Don Bosco, los varones son hermanos y nos cuentan que desde los seis meses están en el hogar, que nunca se separaron y que van a todos lados juntos. Rosa es estudiante de 16 años y le cuenta a Roman que sus materias preferidas son matemática, lengua y naturales, y que no le divierte geografía, para nada.

¿Quién es Román? Román Pellejero es un voluntario de la Fundación y extraordinario Meteorólogo que dispone su barco "Pegaso", y junto a Matias Paillot, miembro fundador que está a cargo del área de discapacidad, saldrán a vivir esta experiencia con los chicos.

El desayuno está listo, el YCPM (Yacht Club Puerto Madero) nos recibe con los brazos abiertos.

Por último, llegan dos chicos del Instituto Almirante Brown de Haedo, Matias y Lucas fueron elegidos por el colegio y hoy están a punto de abordar al "Furia" a cargo de Jorge Remedi, otro voluntario de la Fundación.

Falta uno! Sí, Oscar! Él pertenece al Programa Naveguemos Juntos que llega sin prisa y con una sonrisa de oreja a oreja. Él es el mayor del grupo, y con un valor que nadie lo tiene, la superación por empezar de nuevo. Hace unos años, sufrió un accidente en Italia cuando fue a un curso por trabajo, y a partir de ahí, la vida le cambió, la perspectiva de ver las cosas también. Jorge tiene una pierna de titanio, camina perfectamente, es activo y muy alegre.


Estamos listos para la capacitación. El Lic. Leonel Lalín –Leo, para todos- nos deslumbra con su presentación, explica a la perfección y se gana la atención de los jóvenes.

A la hora de explicar los nudos marineros, la única mujer "Rosa" seduce a todos con su habilidad para hacerlos a la perfección.


Después una media hora de práctica, ansiosos por subir a los barcos Pegaso y al Furia, termina la capacitación, nos tomamos un café y buscamos los salvavidas. Nos organizamos en equipos para hacer más rápido. Mientras esperamos que sea la hora para que el próximo puente se abra, ambos capitanes les explican nuevamente a los grumetes, cuidados básicos para moverse dentro del barco.


Se largan los cabos de las boyas y partimos!! El agua está calma, no hay viento, pero sabemos que una vez que estemos en río abierto, el factor tiempo mejorará. Y así fue, finalmente los chicos pueden timonear, se divierten y rotan. Trabajan en equipo a la hora de navegar, Leo y Matias –nuestros capacitadores- les recuerdan a los chicos las partes del velero. La navegación tiene su encanto, pero lo más lindo es el relato de la experiencia contada por ellos mismos.

A la hora de la devolución, Ezequiel del Hogar Don Bosco de La Plata nos gratificó con sus escasas y contundentes palabras que salieron de una boca con una sonrisa enorme: “La experiencia me pareció muy buena, y fue la primera vez que navegué” Quienes lo conocimos, sabemos que “él” es un ser especial, lleva consigo una ternura y un gracias a cada paso. Mostró gran interés en la capacitación y quiso llevar a la práctica todo lo aprendido. Finalizada la jornada, abrazó a cada uno y agradeció sin parar. Para la FEGB estas experiencias no pasan de largo, y mucho menos estos jóvenes. Qué gran valor tienen sus tutores, con qué corazón y alma destinan su tiempo en cuidarlos y enseñarles que la vida te atesora, cuando menos lo esperas.

Matias Tonino, su hermano y gran compañero, quedó deslumbrado por la experiencia y nos contó con risa de por medio “Me mareé un poco, lo que más me gusto fue timonear y comunicarme por la radio con los chicos del otro barco”. Matias concluye, “La vivencia es lo que más destaco de la experiencia”. En cambio, Rosa enfatizó tímidamente: “Me encantó poder manejar el barco, nos divertimos, y me llevo una hermosa experiencia para contar. Me gustaría volver a hacerlo”. Lo que a esto Diego Leivas le contestó, fue que sin duda cuando esté la Goleta navegando, ella volverá a navegar con la Fundación.

 

 

Matias del colegio Alte. Brown de Haedo nos contó acerca de la experiencia: “Fue increíble, nunca había navegado, la pasamos excelente. Muy bueno el capitán y los acompañantes, lo mejor fue timonear el barco con los ojos cerrados y aprender los nudos marineros. Aprendí muchas cosas que si no era por la fundación, no las aprendía. Me llevo valores como el trabajo en equipo, escuchar y aprender” Por su parte, su amigo y compañero del colegio, Lucas, resalta: “Si se busca realizar trabajo en equipo, la experiencia incita a tener que conocer a la otra persona y así trabajar en conjunto

 

 

Oscar viene del Programa Naveguemos Juntos, resaltó la eficiencia y eficacia con la que han sido instruidos en la navegación inclusiva, y destaca: “Realmente fortalecimos los valores, en especial el trabajo en equipo y el esfuerzo para comunicarse a través de las miradas y gestos”. Él mostró preferencia a la hora de timonear y navegar en la proa, donde nos dijo que es el mejor lugar del barco.


Para concluir, Leo Lalin nos cuenta cómo vivió la navegación y a los grumetes: “El equipo lo vi muy firme, al principio con miedo pero después aumentó la comunicación. El trabajo en equipo fue excelente, se organizaban solos y se apoyaban mutuamente. Hermosa navegación, aunque faltó viento”

Al regreso, ambos barcos navegaron juntos y la tarea de los chicos era guiar a los capitanes para identificar el sentido de ubicación, clave a la hora de navegar.

“Furia” a la proa del “Pegaso”


Para cerrar la jornada, Diego Leivas expresó unas hermosas palabras de agradecimiento y les contó a los jóvenes y adultos el amor que siente en formar parte de la Fundación Escuela Goleta. Luego, se entregaron los diplomas y la jornada concluyó con abrazos, fotos y una rica merienda. Y como dice el Capitán, “Viento en popa”.


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