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Novena Navegación Inclusiva de la FEGB

 
Organizada por la Fundación Escuela Goleta (FEGB) y luego de la Capacitación previa, a cargo de Marcos Matesa, realizada en los salones de la Escuela de Guerra Naval, se llevó a cabo la Novena Navegación Inclusiva, la última del año.
 
El grupo se dio cita el viernes 25, poco antes del mediodía en el Yacht Club de Puerto Madero, desde donde partieron a bordo del Fortuna II, rumbo a la costa del Río de la Plata, frente a la ciudad de Buenos Aires, al mando del capitán Sebastián Musa y su tripulación.
 
Las casi cuatro horas que duró la navegación, en una jornada de mucho calor, se convirtieron para los grumetes en una experiencia - a la luz de los comentarios recibidos – más que inolvidable.
 
La Novena Navegación de la Fundación Escuela Goleta, además de cumplir con los objetivos de capacitación e inclusión, se transformó en un punto de inflexión, al cerrar en ella, las navegaciones de 2011, para continuar con las mismas, en el mes de marzo de 2012.
 
Y como nos gusta decir, que en esta etapa del proyecto contamos con los valiosos testimonios de aquellos que comparten las navegaciones iniciadas, mientras se construye la Goleta Santa María, por eso compartimos con Uds. los comentarios de nuestros grumetes en la 9NI.
 
 
“Me contagiaron el entusiasmo”
 
La primera en levantar la mano fue Janet Zoughout. “Mi experiencia creo que fue un poco diferente a la del resto. Sinceramente, mi expectativa pasaba más que poder navegar en el Fortuna II --que para muchos es emblemático--, sino que pasaba por lo que pudiera aprender acerca del trabajo en equipo y era fundamentalmente, lo que más me interesaba”.
Siguió diciendo que durante la travesía sintió “una emoción gigante ver lo que les producía a varios estar dentro de este barco y llegaron a contagiarme a mí también, al punto que acepté timonear el Fortuna II. Si realmente no me hubiesen contagiado el entusiasmo estén seguros que yo no me hubiese animado a tocar ´el volante´.
Navegar no es algo que me apasione, aunque si soy curiosa de aprender. A mí esta experiencia me enriqueció en haber tenido la suerte de estar una tarde en el Fortuna, de contagiarme del entusiasmo por algo que para los otros era importante y para mí no, y este contagio vino a través de poder escucharlos. Y el entusiasmo es fundamental en cualquier grupo de trabajo, y aquí, lo lograron conmigo. Las frases que me surgen son por ejemplo, que el entusiasmo contagia; que escuchar ayuda a ponerse en el timón del otro”.
Para cerrar, dijo que “no sentí alguna discapacidad física como límite, ya sea mío o de alguien del grupo. Yo misma tengo la limitación de los mareos como otra forma de limitación física”.
Esperando a la Goleta
Para Carlos Sánchez, luego de la navegación, “me quedé con una sensación de no puedo pedir más". Agregó, entusiasmado que “ojalá tengamos la posibilidad de navegar en la Goleta, y hasta tanto llegue ese momento, ojalá podamos prepararnos de la mejor manera”.
 
Casi un sueño
 
Por su parte, para Cecilia Recalde dijo no encontrar palabras adecuadas “para expresar lo que significó para mí compartir con este hermoso grupo la navegación del viernes. En el viaje de regreso en el auto con Isaac decíamos que era como si hubiéramos vivido un sueño del que no queríamos despertar”.
 
“Lo más importante que aprendí es que me queda mucho por aprender”.
 
A Elena Vicente, sus expectativas en cuanto a la navegación la llevaban a dos puertos: la náutica y el equipo. “Cualquier aficionado a la navegación entiende que el velero Fortuna II es un velero con personalidad propia. Su historia, sus logros, sus reconocimientos hacen de él un representante muy aguerrido de la navegación argentina en cualquier parte del mundo.
 
Tuve la sensación, gracias al capitán, a los tripulantes y a los grumetes con experiencia que manejaron las velas y el timón, que este gigante se dejó domesticar por tan solo unas horas como para que pudiera sentir su andar, su prestancia, la arrogancia de dirigirse con su clase a cualquier punto que el capitán le pidiese, tan solo con orientar sus velas. Creo que era Séneca el que decía algo así como solo a quien sabe a dónde va, se le prestan los vientos.
 
Creo que es una muy buena metáfora, la que aún con viento en contra uno puede alcanzar el objetivo ciñendo y haciendo bordes, del mismo modo en la vida si sabemos a dónde queremos ir, siempre se nos prestarán los vientos.
 
El segundo puerto era el equipo. ¿Cómo pueden entrelazarse distintas voluntades, cuando en un primer momento lo único que los une es la Fundación de la Goleta? ¿Podrá ser que el llamado del voluntariado de la Fundación de alguna manera aúna esta misma necesidad de hacer, pensar, sentir? No sé. Podría hablar de las conversaciones que mantuve con el grupo, pero preferiría hablar de los silencios compartidos. Aquellos silencios en donde seguramente cada uno de nosotros pudo reflexionar y replantear sus prioridades; en mi caso personal también mis limitaciones.
 
Ver el paisaje apacible del río, ver otros barcos; pero lo más importante me ensañaron a "ver", lo que solo se puede sentir; a "ver" el viento a través de otras manifestaciones como la veleta o los cordones cosidos a las velas, en fin, quizás lo más importante que aprendí es que me queda mucho por aprender”.
 
Volver…
 
La más joven del grupo, Angi San Martino Gaona expresó que “navegar me trajo sensaciones de las más interesantes: por un lado el esfuerzo, la comunicación y el trabajo que requiere. Por el otro el simple y maravilloso relax que la naturaleza transmite. Disfruté al máximo la experiencia y sin duda alguna volvería a repetirlo”.
 
También fueron de la partida, Roque Silles, cineasta y especialista en imágenes en 360° quien nos contó que ésta fue “una experiencia increíble y espero se repita. Lo que más me gustó y disfruté fue la armonía de todo el grupo”.

Finalmente, Isaac Gómez, que con su alegría y esperanza nos decía “gracias a la Fundación, gracias a todos los compañeros por la paciencia que me tuvieron y espero que se repita”.

En el cierre, el capacitador Leonel Lalín nos aseguraba: “fue un placer para mi ser parte de la Fundación y participar como capacitador. También lo fue compartir con toda esta tripulación esta navegación que me llena el corazón” para cerrar con su anhelo de que “sean pronto más capacitadores en la Fundación”

La FEGB agradece como siempre, la calidad y calidez del capitán del velero Fortuna II y toda su tripulación, la generosidad de la Armada Argentina en cedernos el velero, a la Escuela de Guerra Naval por prestarnos las instalaciones para la capacitación, así como a Yacht Club Puerto Madero y Yacht Club Argentino por cedernos las instalaciones para la partida y llegada, respectivamente.
 
De regreso. Grumetes de la 9NI.
Actividades a bordo.
Trabajo en equipo.

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